domingo, 11 de mayo de 2014

¡Hombre! ¡Usted lee a Steiner!

El destino tiende sus redes y ellas son aquellas relacionadas con Cristo Jesús, quien puede ordenar la trama del telar de la vida de los seres humanos, sí, de la humanidad.

Franz Schneider Seeger
Franz Schneider  viaja a Buenos Aires, deseaba ir a España pero su superior en el Banco donde trabajaba en Stuttgart, le dijo En España no tenemos sucursales pero sí en Argentina y así Franz se embarcó en Hamburgo hacia Buenos Aires.

En Santos sube a bordo una joven con la que hace amistad y ella le relata que en el viaje anterior ella tuvo que descender en Brasil,  mientras otro joven interesante que conoció allí siguió viaje a Buenos Aires. Le dijo que el nombre del joven era Fred Poeppig  y que tal vez por destino se encontrasen y le podría transmitir sus recuerdos.

Franz Schneider trabajaba en la contaduría del Banco, hoy Banco Alemán, en aquel entonces Banco Alemán Trasatlántico y le correspondía revisar las facturas recibidas. Una de ellas le llamó la atención tenía el membrete de Alfred Poeppig , quién vendía al banco un jabón especial para sacar las manchas de tinta de los dedos de los escribientes . En aquel entonces todo empleado escribía con lapicera y tinta en los grandes libros contables.

Fred Poeppig Herwig

Franz escribe al señor Alfred y pregunta  si conoce a  Fred Poeppig. Le responde Fred mismo diciendo que Alfred es su padre y así  los jóvenes acuerdan verse. Fred visita a Franz, quién posteriormente se nacionalizará argentino y se llamará Francisco Schneider,  y al entrar a la habitación donde Franz vive, ve sobre la mesa de luz un libro de Rudolf Steiner y antes del saludo ya expresa con alegre sorpresa : “¡Hombre, usted lee a Steiner.”

Surge así una amistad para toda la vida. Franz se emparentará con Fred al casarse con su hermana Ilse en Pascua de 1924. Y los cuatro, junto a la madre de Ilse, participarán de la Asamblea de Navidad en Dornach en 1923-1924.



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