sábado, 18 de octubre de 2014

¿Y quién ha visto algún gnomo?

¿Y quién no ha visto a algún gnomo?

Es fácil olvidar haberlos visto, ha dependido de la vida y todo lo que ella nos ofrece...Más ver a un niño pequeño danzando entre arbustos y flores. Danzando cual tuviese  buena compañía, danza delicada con inclinaciones y pasos tanto adelante levantando las piernas o posición en A, con las piernitas abiertas En silencio una figura que parece ser completada por un opuesto invisible a nuestros ojos tan curiosos, y en el rostro del niño  una gran sonrisa hasta con la alegría expresada en risas solitarias.

El asombro y la cadencia finalizan con un inclinarse como en la escena frente a otro ser oculto que debe estar haciendo el mismo gesto: una inclinación ceremoniosa, profunda, y tomando a los costados con sus manitas la pernera de los pantalones. Al buen observador ya le cayó en cuentas que las hierbas bajas frente al sendero del niño también se agitaban fuertemente durante la danza, nada parecía moverlas, ninguna brisa había. Al final de la reverencia también las hierbas -el pastito digamos- dejo de moverse.


Ni interrumpir, ni preguntar, simplemente disfrutar aún de la clarividencia infantil, tan sabia como si supiesen que los pequeños seres de la Naturaleza aman la alegría de los niños y adoran poder jugar con ellos en su hábitat entre troncos, maleza, flores, hojas otoñales o simplemente bajo el ligustro pleno de flores de primavera y su aroma que se esparce lejos, lejos.

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