jueves, 7 de mayo de 2015

El hombre que oye y la realidad de la música

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Desde estos, metabolismo-sistema neurosensorio-sistema motor, naturaleza de la música, estimuló Rudolf Steiner para que los maestros canten con los niños y se ubiquen artísticamente en la “atmósfera de digestión de un hato de vacas”.

 “Un hato de vacas que ha pastado y está echado en la campiña y ahora digiere – un digerir de todo un hato de vacas es realmente algo maravilloso. Allí en la vaca está presente una copia del mundo entero”. 

Este sentimiento de sentirse bien, el maestro debe sentirlo en el interno correlacionarse de los sonidos –los tonos—musicales al cantar con los niños.

 “Así deben ustedes hacer vivenciar a los niños estas pequeñas dichas, deben llamar en realidad a todo el sentimiento de la música en el organismo entero, teniendo uno mismo justamente alegría en ello”. 

El maestro eleva en su sentimiento musical la sabiduría metabólico cósmica donde está basada la voluntad.
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Armin J. Husemann  “El hombre que oye y la realidad de la música” pág. 39/40



Es casi (...) falto de humildad decir que el hacer musical-artístico en el hecho en sí está llamado a completar más y más el mundo, a profundizarse más en el mundo y todo aquello que del orden cósmico ya ha ingresado como el actuar musical-artístico, más o menos son intentos, a pesar de la grandiosidad, de la genialidad en este quehacer musical-artístico. Son intentos dirigidos hacia algo infinitamente más valioso en lo musical-artístico del futuro, y este quehacer musical-artístico del futuro va a recibir importantes estímulos, cuando los hombres se entreguen a querer conocer la naturaleza del carácter del sendero de la iniciación.
Rudolf Steiner. Obras completas  GA 275, pág. 63 f.

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