lunes, 30 de enero de 2017

A Manuel Alba + in memoriam

En un block de notas una joven huésped,  A. V. M. , ya hace muchos años, nos dejó  17 poemas y sobre la cubierta de cartón marrón claro pintó once estrellas doradas, tres más grandes, cinco iguales y tres más pequeñas. La tapa tiene que estar iluminada para verlas  o debe darle la luz del día  desde la ventana. Entonces como mágicas se pueden vislumbrar, sí, claramente...aparecen...

La primera hoja dice al pie Para Tatiana y Wolfram con cariño A. y su firma son líneas doradas, el contorno de una estrella.

Las hojas no están numeradas pero las he contado y la sexta dice lo siguiente:

“Cierro los ojos y se diluye 
el universo, como derritiéndose
entre el viento.
 Rompo los sueños que se alojan
en el alma, y los trago como
una cápsula de tiempo.
Y si retrocedo hoy no lo lamentaré
nunca.
Suplico entre lágrimas el silencio
más audaz.
No corrijo mis acciones, porque
las merezco más que nadie.
No lamento el dolor que hoy
 corre por mi pecho.
Y soy yo, no el sol, y soy yo.
No soy.”

Durante un tiempo sé que deseaba estudiar  la fotografía relacionada a la escena. Tal vez,  no lo sé, deseaba ser ella una estrella. Durante algunos años recibí alguna que otra foto. Ella misma reflejándose en un escaparate, sus padres frente a sus puestos de trabajo, su madre sonriente en la cocina, delgada, con su delantal blanco, su cabellera oscura y su rostro hermosamente risueño. Su gata y gatitos. Ella con niños de campamento o de paseo y siempre los niños sonrientes. Una tablista en la costa del océano Pacífico  Una alegría natural.

Ah! dos seres viven en mi alma, como dice un verso de Goethe 1749 - 1832 , mejor dicho que Goethe ha escrito como suyo en 1815,  pero hoy se sabe que lo ha escrito uno de sus tantos amores, y si no  equivoco el amor, ella tenía esposo, pero él  la adoró toda la vida, por inalcanzable.


La poesía lleva el título Gyngko biloba. Un árbol antediluviano cuyas hojas dan la impresión de una hoja aguja aplastada y marcadamente se le notan dos partes , sin embargo es una sola hoja, ella.

Escribo esta poesía "Cierro los ojos y se diluye..." para un joven de veinte y dos años, quién la comprenderá muy bien, etapas de la vida en semejanza. A. V. M. pertenece a la familia donde durante un tiempo vivió en Lima el joven Manuel Alba, quién falleció en Africa, tan joven. Aquel que apuró su vida, aprendiendo, viajando, pues ella también se le iba. 

La amistad fue profunda entre  cuatro amigos  de toda la vida parecía  y si observamos bien hasta el más allá. Pues a decir del Cura Brochero “ He podido pispear  que viviré siempre siempre en el corazón de la zona occidental, puesto que la vida de los muertos está en el recuerdo de los vivos.”

La Loma 29 de Enero de 2017
Tatiana Schneider


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