lunes, 30 de abril de 2018

Carta...para muchos, para pocos, de todos y para aquellos que escriben...

CARTA
El palomar de las cartas
abre su imposible vuelo
desde las trémulas mesas
donde se apoya el recuerdo,
la gravedad de la ausencia,
el corazón, el silencio.
Oigo un latido de cartas
navegando hacia su centro.
Donde voy, con las mujeres
y con los hombres me encuentro,
malheridos por la ausencia,
desgastados por el tiempo.
Cartas, relaciones, cartas:
tarjetas postales, sueños,
fragmentos de la ternura
proyectados en el cielo,
lanzados de sangre a sangre
y de deseo a deseo.
Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra
que yo te escribiré.
En un rincón enmudecen
cartas viejas, sobres viejos,
con el color de la edad
sobre la escritura puesto.
Allí perecen las cartas
llenas de estremecimientos.
Allí agoniza la tinta
y desfallecen los pliegos,
y el papel se agujerea
como un breve cementerio
de las pasiones de antes,
de los amores de luego.
Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra
que yo te escribiré.
Cuando te voy a escribir
se emocionan los tinteros:
los negros tinteros fríos
se ponen rojos y trémulos,
y un claro calor humano
sube desde el fondo negro.
Cuando te voy a escribir,
te van a escribir mis huesos:
te escribo con la imborrable
tinta de mi sentimiento.
Allá va mi carta cálida,
paloma forjada al fuego,
con las dos alas plegadas
y la dirección en medio.
Ave que sòlo persigue,
para nido y aire y cielo,
carne, manos, ojos tuyos,
y el espacio de tu aliento.
Y te quedarás desnuda
dentro de tus sentimientos,
sin ropa, para sentirla
del todo contra tu pecho.
Aunque bajo la tierra
mi amante cuerpo esté,
escríbeme a la tierra
que yo te escribiré.
Ayer se quedó una carta
abandonada y sin dueño,
volando sobre los ojos
de alguien que perdió su cuerpo.
Cartas que se quedan vivas
hablando para los muertos:
papel anhelando, humano,
sin ojos que puedan verlo.
Mientras los colmillos crecen,
cada vez más cerca siento
la leve voz de tu carta
igual que un clamor inmenso.
La recibiré dormido,
si no es posible despierto.
Y mis heridas serán
los derramados tinteros,
las bocas estremecidas
de rememorar tus besos,
y con su inaudita voz
h a n de repetir: t e q u i e r o.

Recibí hace un tiempo esta carta de quien la aprecia mucho y la comparte, a sabiendas que llegará al alma a la cual le correspondan estas líneas...sin leer de su autor, sin saber en que tiempo se escribió, casi es un principio y también un final con la verdad en la mano. Para leer en días de desconsuelo, para leer en días de valorar la alegría, para leer desde el alma y con ella...
Para que podamos escribir en todo momento en el sendero de nuestra vida diaria.
Para que no olvidemos a aquellos que han querido y quieren en profundidad y no un cariño cualquiera ,sí, el de la vida, de la vida cubierta o no de rosas, sabiendo de las espinas, restañando la sangre y sólo viendo la belleza.
Carta para Sil y para pocos o para muchos, ¿quién no ha vivido una carta de dos alas y la letra en el medio?
Escríbeme en pensamiento y te leeré...allí donde estemos. cerca o en lejanías impensables, no lo olvides, desde allí te responderé. Tatiush



Miguel Hernández Gilabert  1910 + 1942
Retrato de Buero Vallejo



Nacido en Orihuela el 30 de Octubre poeta y dramaturgo.
Falleció en Alicante el 28 de marzo de tuberculosis.

Nos queda escribirle una carta de alegría de haberle leído
de haber visto sus fotografías de tiempos idos.
De saber que ha tenido dos hijos varones,
continuadores del apellido
Que fue poeta nos lo muestra la Carta
El palomar de las cartas
tan conocido.
Del dramaturgo poco sé pero igual le escribiré.



No hay comentarios:

Publicar un comentario