viernes, 21 de agosto de 2015

Rex y el nuevo Rey

Quien sabe que siente el alma de los animales a la vejez...el perro por ejemplo el acompañante del hombre en todas sus tareas de labranza.
El ovejero alemán imbuido en su trabajo por su instinto innato, si no tiene ovejas cuida personas, o carteras o bicicletas y “guay” de acercarse´, solo se escucha un aviso sereno,  un gruñido casi imperceptible, “mira amigo que te estoy advirtiendo, yo hago mi trabajo.”
 Y posee un solo dueño a decir del Dr. vet. Gatti, quién si no sabe encontrar la dolencia del animal pregunta por el dueño y busca en el dueño los males, encontrados éstos puede dedicarse a entender y procurar sanar al animal.
Un granjero europeo acostumbraba a no dejar sufrir a sus perros de trabajo en la vejez.
Detrás de un granero algo alejado tenía su lugar para sus animales y su manera era darle un tiro limpio y un entierro honroso.
Ya mayor luego de muchos años de tener perros ovejeros y de buen trabajo y carácter. Muchas veces iba a ese sitio y recordaba todos sus buenos “casi granjeros como él” de cuatro patas y orejas erguidas y atentas. Todavía recordaba nombres y hechos.
Tenía uno que apreciaba de corazón y lo veía envejecer, durante muchos años fue su preferido, su fiel amigo en todas, en el río, a caballo, entre las ovejas, contra los zorros.
Veía que llegaba su perro ovejero a su fin, su escoliosis, su cadera, el caminar ya  a veces en arrastre... y no quería tener que actuar como con los demás, no quería él mismo sufrir y llevarle detrás del granero...
Sin embargo cuál no sería su sorpresa que cuando Rex desparecía por los atardeceres lo encontraba detrás del granero, acostado en descanso al calor aún del sol apoyado en la pared de madera y su mirada era un ruego. Le llamaba y a esfuerzos se iban a la casa. Al calor hogareño y al día siguiente la misma escena. Con caricias el ruego de los ojos se acentuaba.
Y el granjero cavilaba. ¿Cómo sabía el perro que ese lugar era el último de la tierra para el cuerpo de los perros que había tenido? A diario va allí y sólo me mira cuando llego a buscarle y no quiere levantarse, debo darle ayuda para ello. ¿Qué desea? ¿Qué me ruega? Mi propio apego a su ser de tanto tiempo no me permitía comprender. De pronto un suspiro y un tenue ladrido y unos ojos que me pareció vislumbrar su ángel grupal, de nuevo el ruego...y recordé un dicho en la muerte los animales expresan en sus ojos el acercarse a ser seres humanos que fenecen.
Deje mi egoísmo, mi personal pena de lado y pensé en la suya, con suavidad recibió el disparo, sus ojos resplandecieron en su última mirada a mí, no sé pero vi en ellos agradecimiento y antes de quebrarse. paz... Rex me llevó a realizar mi tarea de atención y cuidado sin dolores, ni achaques, ni prótesis imposibles de llevar a cierta edad.
El sabía este es el sitio habitual de los otros, mis compañeros de tiempo ha, donde estaremos en tierra, pero en la estepas de los cielos nos tomaran el alma los ángeles grupales y seremos redimidos por la acción benéfica del hombre, esta vez por la tuya.

Me costó días reponerme, recordaba. Una niña me trajo un cachorrito. Abuelo a Rex muerto, Rex nuevo, te dará tarea y también alegrías, romperá cosas y asentará cabeza. Te acompañará, y así fue: el nuevo Rey,




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