lunes, 30 de abril de 2018

Con realación al organismo temporal...

”No podemos llegar a conocer a nadie sin considerar al ser humano como un organismo temporal… Y si los educadores solo miran la vida presente de un niño, si miran solo al niño de ocho o nueve años, no están cumpliendo con su tarea de manera adecuada. Solo podemos enseñar y educar a los niños apropiadamente si somos conscientes de que cualquier cosa que hagamos con el niño de ocho o nueve años, afecta al organismo temporal – el cual es una unidad – y que el sentido de la educación emerge desde el niño, desde la persona de mediana edad, desde el anciano. Pero surge de manera diferente, atraviesa una metamorfosis. Solo podemos enseñar, en el verdadero sentido de la palabra, si somos capaces de llegar a una imagen precisa de esas modificaciones." Rudolf Steiner.

Niñez y Escuela como fuentes biográficas.

Para resumir lo dicho anteriormente, podemos describir las siguientes cualidades de un organismo temporal individual:

Todo lo que ha sido experimentado y asimilado en la niñez puede tener consecuencias directas y de largo alcance, puede resurgir de manera diferente después de algunos años.

La red de experiencias y sus efectos posteriores crean el organismo temporal de la biografía.

El organismo temporal propio está activo, desde la infancia en adelante obviamente, pero solamente la totalidad de los “anillos anuales” puede revelar su unidad.

Lo que Tranströmer describe en sus memorias como una fuerza determinante  es descrito por Steiner cómo el segundo hombre etérico-espiritual en nosotros: “Este organismo temporal está realmente presente en nosotros, como un segundo ser humano al cual podemos llamar efectivamente un organismo. Cuando una persona envejece, cuando se convierte en un anciano, como yo, entonces él puede ver que su alma tiene, una constelación determinada. La constelación del alma que vemos ahora en nosotros, está unida a la que tuvimos cuando teníamos unos cinco o seis años… por lo tanto las diferentes partes del organismo temporal se relacionan entre ellas en el tiempo y no en el espacio. Yo transporto este organismo dentro de mí. En mis libros lo he llamado cuerpo etérico o cuerpo de fuerzas formativas.”

El cuerpo etérico transporta dentro de sí mismo las fuerzas de crecimiento y transformación. El yo superior, o el segundo individuo en nosotros, inicia nuestro crecimiento y maduración desde la infancia en adelante. Su conexión cercana, se describe al comienzo de la cuarta conferencia de El estudio meditativo del Hombre. En los primeros años de la vida de un niño, el Yo se asimila al crecimiento físico. Más adelante, las fuerzas etéricas son liberadas del vínculo con el desarrollo físico, y el Yo es capaz de derivarlas hacia un nuevo camino. Esto ocurre alrededor de la edad en la que surge el segundo grupo de dientes. “Lo que se libera ahora puede ser llamado cuerpo etérico o inteligencia. En el nacimiento, el Yo desciende, por así decirlo, y este Yo, irradia ahora al cuerpo etérico y lo organiza más tarde. En este sentido el Yo eterno se amalgama con la inteligencia emergente para dar a luz al cuerpo etérico.

Esta descripción explica cómo y dónde guardan los niños sus recuerdos de niñez: Todo lo que el niño experimenta está impreso sobre el cuerpo etérico u organismo temporal. Si la impresión puede ser “releída” conscientemente entonces se crea la memoria. Si la experiencia se hunde más profundamente en la parte subconsciente del organismo temporal, puede metamorfosearse y reaparecer con otra forma más tarde en la vida.

Aquí hay dos ejemplos: Al observar niños de seis y siete años jugando libremente podemos ver algunas cualidades sorprendentes. Cada niño actúa y decide por su propia voluntad y esas decisiones pueden tener diferentes matices: Algunos niños observan a sus compañeros de juego con cierta ensoñación, otros están implicados muy activamente en el juego. Más adelante, sobre los veinticinco o veintiséis años, la forma individual de involucrarse en la vida, resurge como la actitud con la que cada uno emplea su voluntad para afrontar decisiones vitales o de su carrera profesional.

Cuando los alumnos de los primeros cursos imitan a su profesor con inquebrantable devoción – “mano izquierda a oreja derecha, mano derecha a…”, destrezas motoras se graban profundamente en el organismo temporal. Algunos niños harán estos ejercicios de mala gana y otros con gran entusiasmo. Más tarde, observamos las reacciones de adultos en situaciones específicas y nos damos cuenta, que cada uno tiene su propia actitud, su particular consciencia y sabiduría con las cuales afrontan los retos de la vida. Las actitudes y destrezas adquiridas en la niñez, se transforman en destrezas individuales para la orientación, el pensamiento y la actuación en la edad adulta...

Los siguientes gestos de cambio en la biografía del organismo temporal pueden ser resumidos a partir de lo anterior:

Cualidades volitivas en el juego libre – capacidad en la toma de decisiones y habilidades

Devoción a los siete u ocho años­ – confianza en la orientación personal

Destreza en la voluntad - sabiduría mundana y habilidad para actuar

Si, como profesores, somos conscientes de la existencia dentro del joven de un segundo individuo que se define como un organismo temporal activo, preservador y creativo, nuestras actitudes prácticas pedagógicas, pueden cambiar: Examinaremos la preparación y la elección del contenido a enseñar, teniendo en cuenta su “sostenibilidad pedagógica”: ¿Qué es esencial, qué es secundario? De manera que una nueva profundidad y consciencia hacia la forma en que los alumnos desarrollan el interés, surgirá en nuestros encuentros con ellos. Podremos ver repentinamente un destello del futuro, por la manera en que recita un verso, o por cómo plantea sus preguntas. 














Claus-Peter Röh
Uno de los dos directores de
la Sección Pedagógica de la
Escuela Superior del Goetheanum
Dornach. Suiza

La Loma, Lunes 30 de Abril de 2018
En FB, Antroposofía Pedagogía Waldorf

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