El juego libre de vez en cuando
Durante mucho tiempo, el
juego libre se ha dejado de lado en aras de alfabetizar y enseñar aritmética de
forma temprana. Y hasta hace pocos años no se ha vuelto a valorar el juego
libre. Pero, ¿realmente se ve y se ha entendido lo que significa para el niño?
Como padres y educadores, ¿cómo enfocamos el juego libre? ¿Qué representa para
nosotros?
A
veces me sonrío cuando observo a niños y niñas jugando absortos. Hay muchos
elementos similares o iguales a los de mi infancia. Se dan los mismos giros,
gestos, procesos, interacciones, diálogos. Incluso cuando escucho a los mayores
hablando de cómo solían jugar, me doy cuenta de lo mucho que tenemos en común.
En
el juego libre de niños y niñas de todas partes, en otros países y sociedades,
vemos estructuras y elementos básicos similares. Las culturas vienen y van pero
la forma y la cualidad arquetípicas y primordiales del juego libre se antojan
atemporales. Es algo universal.
Sin
embargo, parece que hay mucho que está cambiando. Por ejemplo, el material y la
cantidad de juguetes cambian junto con los cambios sociales. No obstante, veo
que los temas básicos, con variaciones, son recurrentes: jugar a papás y a
mamás, excavar y construir, ir al trabajo, cuidar de algo, correr aventuras por
ejemplo saliendo de viaje, etc.
El
hecho que siempre sea el mismo, y con lo que hemos definido el elemento crucial
del juego libre, es una posibilidad única para el niño de expresarse, actuar en
el mundo, entender, crear, hacer frente a problemas, descubrir, imitar,
intentar de nuevo y, en consecuencia, desarrollarse. Es una oportunidad de
estar en contacto con uno mismo y con el mundo.
Personalmente,
considero que es importante distinguir la cualidad básica, primordial, del
juego libre (1). Primordial en sentido de que todos los
niños y niñas de todo el mundo siempre juegan así en primera instancia.
Para
que una criatura juegue, tiene que tener cubiertas sus necesidades básicas.
Debe sentirse segura y parte de una comunidad que la tenga en cuenta. El juego
libre es una expresión de autonomía y creatividad y hay que permitir que se
produzca sin que tenga que responder a ninguna expectativa. Solo entonces la
criatura será libre en el juego.
Para
el niño, jugar es una forma de expresarse, el primer «lenguaje» que conoce
antes de adquirir la lengua materna oral. Por decirlo así, el lenguaje del
ancestro primitivo.
Así
pues, la cualidad primordial del juego libre es el terreno en el que el juego
crece y evoluciona de acuerdo con la cultura del entorno. Cuando hablo del
juego, me refiero a estacualidad del juego, no a las formas culturalmente
definidas de juego y juegos como el fútbol, el ajedrez, los juegos digitales o
cualquier otro juego con normas establecidas, definidas por los adultos.
Todos
los niños juegan según lo que ven y experimentan en su entorno. La impronta
cultural de cada forma de juego varía en función de los tiempos y la sociedad y
por eso es secundaria en la conexión con la cualidad del juego. Puede que las
criaturas jueguen a granjeros, a guerras, a ser una familia de perros, a
Minecraft en el «mundo real», etc. Este aspecto cultural es como un filtro particular
que hace que el juego y el mundo sean más coloridos.
Si
nos centramos demasiado en estos aspectos exteriores de cualquier forma de
juego, fácilmente nos olvidamos de lo esencial. Para percibir lo que es
esencial, tenemos que mirar más allá de la impronta cultural, incluso la
«cultura Waldorf». Incluso si una sala de juegos ha sido planificada y
organizada con mucho esmero, jamás será suficiente para ver y experimentar el
elemento esencial del juego.
Debemos
fijarnos con mayor profundidad si queremos percibir al niño en su cualidad
«antigua» de jugar y si queremos verlo nuevamente.¿Qué
me muestra el niño? ¿Qué me dice hoy a través del juego? ¿Entiendo su lenguaje?
¿Qué le mueve?
En
mi práctica educativa, cada vez más, veo niños que ya no quedan absortos por el
juego o, para ser precisa, cuya conexión con la cualidad primordial del juego
ha sido enmascarada. Sus secuencias de juego son cortas y agitadas, no
encuentran continuidad ni «relato». Toman algo, lo dejan otra vez y toman lo
siguiente; no son capaces de entretenerse jugando.
Su
juego consiste en «contar» más que en «recontar», es una secuencia de afecto y
efecto. Así es como Byung-Chul Han describe un fenómeno actual de nuestro
«capitalismo de las emociones», que puede ir tan lejos hasta que los niños
molesten y destruyan sin descanso. (2)
¿Cómo
nos acercamos a los niños? ¿Mantengo en mí misma la paz, la calma necesaria
para quedar absorta por el juego? ¿Estoy, yo misma, conectada al juego de forma
que irradio una cualidad atractiva? ¿Me importa esta cualidad en mí misma?
¿Estoy yoen el juego?
Y
aquí no me refiero a que debería jugar como un niño; podría, pero esta no es la
cuestión fundamental. Tampoco debería jugar para ellos o entretenerlos. La
cuestión esencial es estar familiarizado con la cualidad mencionada
anteriormente, que la sienta y que me mueva interiormente con ella. Así, el
niño se puede apoyar en ella, se puede calmar, puede redescubrir el contacto
consigo mismo y encontrar el camino de vuelta al juego.
Eso es lo que hoy en día necesita el juego libre: que los adultos reconozcan por
completo su valor; que apoyen la idea de que el juego es la mejor opción para
que el niño experimente el mundo, que participe, que co-cree y se enfrente a la
vida; y que los
propios adultos se conviertan en parte del proceso.
Se
me invita, tal vez incluso se me empuja, a reconocer esta cualidad del juego y
a fomentarla en mí misma«...si no es que te conviertes en un niño... »
Los
niños tan solo pueden quedar absortos en la cualidad primordial del juego en un
entorno protegido. Este tipo de protección se puede estropear y ahogar
fácilmente con todo tipo de juegos modernos y fascinantes de influencia
cultural.
El
propio cuidador puede ser esta protección si cultiva esta cualidad del juego en
sí mismo. No basta con observar y valorarla de forma externa sin cultivarla en
el interior.
La
voz inglesa «play»deriva del anglosajón «plegan»
que encontramos en el alemán actual «pflegen»
(en español: cuidar,cultivar; N de la T). ¿Qué cultivo cuando juego? ¿Cómo puedo
cuidar el juego?
Los
paradigmas actuales de la meritocracia y del sistema educativo nos pueden
influir fácilmente y, en consecuencia, perdemos de vista esta cualidad del
juego. Incluso en el mundo Waldorf no somos inmunes a este tipo de pérdida.
Si
quiero ser una buena
o auténticamaestraWaldorf,
ya he perdido el contacto con este tipo de protección que he explicado
anteriormente porque un juicio de valores secundario se hace más importante.
Este tipo de foco en el ego hace que perdamos el contacto primordial.
Esta
es mi tarea personal, cada día de nuevo, en todomomento
porque esta es la cualidad del ahora,como
lo es el juego libre del niño.
Al
panorama educativo le gusta vestirse con conceptos nuevos. Actualmente, el
término «competencia» está muy en boga. En el mundo Waldorf también nos gusta
flirtear con él, especialmente si las autoridades quieren que justifiquemos el
valor actual de la pedagogía Waldorf.
«Competencia»
viene del latín competentiay significa aptitud.
El verbo correspondiente competeresignifica reunir, ser suficiente, ser capaz. El
prefijo comsignifica con y peteresignficaaspirar, alcanzar.
Ahora,
podemos tomar una interpretación, por ejemplo reuniry
pensar que encaja con nuestra labor como docentes Waldorf. Para ser precisos,
esta expresión describe alcanzar un determinado objetivo y no encontrarse con
gente. Sin embargo, los otros elementos de interpretación siempre están
presentes en el trasfondo de modo en que los niños siguen participando en un
tipo de prueba o competición.
Rudolf
Steiner nos alerta del uso de este tipo de terminología: «Por eso los que
desean describir algo desde la ciencia espiritual deberían evitar
terminantemente los conceptos abstractos habituales porque se alejan de lo que
realmente queremos que se diga. Y es especialmente cierto que los que intentan
entender las cosas de una forma común tenderán a las generalidades, no a las
definiciones exactas». (3)
«Una
actitud mental como la descrita no puede funcionar de forma abstracta, tiene
que funcionar espiritualmente a la vez que mantiene siempre su visión práctica.
Sin embargo, esta actitud jamás se puede adquirir aceptando teorías que no
tienen que ver con la vida y son ajenas a la misma; solo se puede obtener si
tienes un sentido de cada expresión de la vida y eres capaz de acercarte con
amor a todas sus manifestaciones».(3)
También
hay que ser más cautelosos con otro elemento central de la pedagogía
contemporánea: la «observación». A menudo se disecciona la observación al
detalle. En cuanto observo desde el exterior, me alejo de la cualidad
primordial, más allá del umbral, y así soy una dualidad, en la distancia pero
ya no estoy en el juego.
En
el juego me hallo más bien en el proceso de contemplación, parecido a la
observación goethiana. El aspecto clave es el contacto con el niño y conmigo
misma, para poder percibir al niño y su actividad lúdica.
¿Entiendo
por dónde se mueve el niño y qué mueve? ¿Entiendo su lenguaje de juego? Este
interés profundo por el juego del niño no tiene que ver con cualquier
conocimiento sobreel niño. Más bien tiene que ver con estar en el juego,
con la conciencia del juego.
Puede
ser una «experiencia de presencia», tal y como lo llama Kühlewind (4),
concentrada y ausente. Esta última idea significa que mi conciencia no está
dirigida por conceptos, experiencias previas o metas, sino que está vacía y
abierta a lo que muestra el juego.
Así
es como puedo ser testigo del juego del niño, siendo testigo de lo que me dice
en su lenguaje de juego pero también siendo un testigo en el sentido de
Kühlewind:
«Para
unirse a la comunidad humana, para encontrarse con el mudo, el niño pasa a ser
vertical (recto) en un entorno humano. Si viviéramos de forma horizontal,
seriamos parte del mundo sin ser testigos del mismo». (5)
Eso
significa que soy consciente de mi rectitud personal, como testigo de mí mismo
en el mundo, en el juego.
Toda
forma de juego nos invita a perseverar en nuestra maleabilidad interior
experimentando la presencia, la conciencia del juego… «...todo juego, en el que
el hombre debe transformarse, en el que ‘desempeña’ un papel, es sanador para
el alma, le saca de la vía habitual y refuerza su libertad interior y su
capacidad de adaptación». (6)
¿Me
atrevo a interesarme por el homo
ludens, la persona juguetona que hay en mí? Él
o ella me invitan una y otra vez a seguir siendo joven y, por lo tanto, a
mantenerme cerca del juego infantil. En el mundo del juego están permitidos los
recovecos, es posible ser cuadrado, redondo y colorido, de nuevo cada día, para
el niño y para mí misma como testigo del juego.
Rudolf
Steiner nos anima: «¡Este tipo de juego libre es el que debemos estudiar!» (7)
Traducido por Mercè Amat
Gerda Salis Gross es
experta en juego y comunicación además de docente, conferenciante y mentora en
cuestiones de desarrollo personal. Tiene un Máster en Educación Especial que
obtuvo mediante un proyecto interno de investigación de cuatro años sobre el
juego y la comunicación. Actualmente, Gerda es miembro de la junta ejecutiva
del Instituto de Pedagogía de la Enseñanza Temprana de Suiza. Ha sido maestra
durante cuarenta años, sobre todo en Escuelas Waldorf de Educación Especial en
Suiza y Suecia. También es madre de cinco hijos y abuela.
Bibliografía
(1)
Salis Gross, Gerda (2013): Primäres
Spiel als Sprache des Kindes,
AVM, Múnich.
(2)
Byung-Chul Han (2017): Psychopolitics, Verso, Londres.
(3)
Steiner, Rudolf (1971): Human Values in Education (El valor pedagógico del
conocimiento del hombre y el valor cultural de la pedagogía), GA310, Rudolf
Steiner Press
(4) Kühlewind, Georg (2011): The Gentle Will,
Lindisfarne Books, Great Barrington (EE.UU).
(5) Kühlewind, Georg (2008): The Light of the “I”,
Lindisfarne Books, Great Barrington (EE.UU).
(6) Kühlewind, Georg (1988): From Normal to Healthy,
Lindisfarne Books, Great Barrington (EE.UU).
(7) Steiner, Rudolf (1986): Soul Economy and Waldorf
Education [M1] , GA 303, Anthroposophic Press.
[M1]
The title I’ve found in Spanish: “El saludable desarrollo físico-somático como
fundamento del libre despliegue de lo anímico-espiritual. Introducción a la
pedagogía y didáctica antroposóficas”
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