domingo, 10 de septiembre de 2017

Destino. Las manos sólidas flotando.... y ¿Por favor, no puede usted mentirme un poquito?







Enrique Majul, si no equivoco ha escrito para www.lavoz.com.ar el siguiente texto del cual sólo rescato una parte que trae a mi memoria una anécdota antroposófica argentina de, por así decirlo, de primer orden.

"¿Por qué el carebro prefiere el papel?"
"El cerebro humano puede percibir un texto en su totalidad como una especie de paisaje físico. Cuando leemos construímos una representación mental del texto.  Al pasar las páginas de un libro de papel se realiza una actividad similar a dejar una huella tras otra por un sendero, hay un ritmo y un registro visible del trascurrir de las hojas impresas..."

La señora Johanna Friedenreich de Stein, recibió su nombre Johanna de Rudolf Steiner, Su padre fue profesor de Música en la Primera Escuela Waldorf de Stuttgart  ya en 1919, y la joven pareja decidió pedirle a su maestro Steiner  un nombre para la niña recién nacida.

Johanna acostumbraba a leer durante las horas de las aquí llamadas "hora de la siesta" algún libro de la biblioteca de la Escuela Rudolf Steiner de Florida, Buenos Aires, donde ella vivía,  tenía en la Casa Macadam un departamento  pequeño en el primer piso frente a las oficinas administrativas. Ella aún realizaba la tarea de portería en el Jardín de Infantes en la calle O'Higgins 1235, donde yo también trabajé y junto a ella casi catorce años.

Yo había dejado mi tarea en el Kindergarten y de vez en cuando iba a visitarla. La encontré una tarde como era habitual a la hora de la siesta leyendo. El libro abierto sobre la mesa ratona, una mesa rectangular bajita frente a su sillón de dos piezas, el libro en letra gótica, y me llamó la atención un dibujo, una pira preparada aún sin arder.

 Johanna comienza a relatar, mientras tomamos café, siempre tenía su cafetera preparada.

"Por favor no piense que ya estoy del otro lado...a veces voy."  Le voy a relatar algo curioso que me pasó antes que usted tocase a la puerta, mientras estaba leyendo. Se trata de Elías y su capacidad de encender el fuego aún en el altar completamente anegado y mirando este dibujo de la pira preparada sobre la piedra, leo o no, eso no lo sé claramente, que para encender se tenía una forma muy especial de colocar las briznas y las maderillas, era algo así como ir armando un pequeño entretejido por donde circularía el aire y las llamas, además se encendería sólo, algo que Elías demostraba muy bien a la reina. En ese momento veo dos manos sobre el libro por encima de sus hojas que me indican cómo es el proceso del armado, quedé ensimismada viendo la habilidad de esas manos sólidas flotando y las formas resultantes en el aire cómo si fueran maderillas de verdad sobre un altar para mi no visible... Quiero ver el detalle del armado con precisión...y usted llama a mi puerta. Todo está en mi memoria, más no el entramado que tanto ansiaba saber..." ¿ Usted cree que me está fallando el juicio? Yo creo que he estado en semi-sueño y que en verdad alguna vez he conocido esa manera sabia de tal procedimiento...."

La señora Johanna cerró el libro, ni intención tenía de comprobar si había leído el texto comentado o no, tampoco hizo asomo de dármelo para mirarlo. Simplemente hablamos de las cosas cotidianas y de pronto ella me toma por confidente: "Increíble, ¿Cómo puede una persona pedir a otra que mienta? Y como sabemos que se dice el pecado pero no el pecador.. ella me repite lo escuchado no hace mucho:."Señora Stein usted me dice las verdades tan de frente que me anonada, me asusta, ¿Por favor no puede usted mentirme un poquito?"

La Loma, 10 de Septiembre de 2017
Tatiana Schneider

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