miércoles, 19 de septiembre de 2018

El Arcángel San Miguel....incluso los espíritus elementales esperan no caer en el reino del dragón





El Arcángel San Miguel y sus adversarios -

Rudolf Steiner describe de manera impresionante, como él en los años setenta y ochenta del siglo pasado vivía con su alma racional o afectiva fuera del mundo físico, en esa parte del mundo espiritual adyacente al mundo físico, donde vivía el Arcángel San Miguel con sus adversarios

En ese mundo, al que la conciencia ordinaria no tiene acceso, se ven, así dijo él, cosas grandiosas. Había valientes seguidores del Arcángel San Miguel, almas humanas que se transformaron entre la muerte y el nuevo nacimiento, pero también poderosas entidades demoníacas, que querían evitar aquello que, gracias al Arcángel San Miguel, debía ser donado al mundo. San  Miguel, quien es un Dios de los misterios solares y como tal vivía en el sol, descendió, cuando su misión en la tierra, su nueva Regencia como Principado comenzó, descendió hasta el mundo etérico para poder sostener tanto como fuera  posible a los hombres. En el futuro, quiere quedarse en el corazón y en las almas de los hombres terrenales.

Necesita la confianza espiritual de la humanidad. Si se le concede esta confianza, entonces puede actuar, ser inspiración para los hombres. Los que viven intensamente en el alma racional o afectiva y crean una relación con el Arcángel San Miguel, pueden fácilmente llegar a ese mundo espiritual en el que él vive, recibiendo las inspiraciones. (...)


El mundo espiritual espera con nostalgia que la humanidad le venga a conocer; espera con nostalgia que el hombre, alma de luz  llegue con sus brazos de luz al mundo espiritual, entregándose a él.

Incluso los espíritus elementales esperan su liberación y su despertar a través del hombre. Se sienten en peligro, si  el hombre no les ayuda, para no acabar en el reino del dragón, en el reino de Ahrimán. Entre ellos reina la inquietud. En cualquier lugar, arriba y alrededor del hombre, hay movimiento.

Del italiano, escrito en FB por  Antonio Boccia en 2016

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