Karl Schubert . Viena 25 Nov.1889 -Stuttgart 3 de Feb.1949 |
La esposa del maestro fundador de la escuela Waldorf
en Hamburgo al término de la segunda guerra mundial, después del fallecimiento de este maestro decide editar de su
diario, diferentes escenas de su vida, aquellas vivencias que este maestro
waldorf guardaba como un tesoro, lo hace pensando en futuros maestros y en su
deseo de conocer más humanamente a Steiner y no solo de sus escritos y
conferencias.
Una señorita, Lieselotte Wachmann, otrora maestra waldorf y
directora de la
Escuela Rudolf Steiner de Buenos Aires estuvo como
practicante en el aula de Heinz Müller 1899-1968, este maestro alemán, y me relató que ella estaba
impresionada de su bondad y su saber para con los niños. Podía decir como se
sentía anímicamente cada niño con sólo darle la mano a la entrada al aula y
hasta intuir algo de su salud. Y, dar la mano a sus alumnos, lo hacía este
educador todos los días al comienzo de clases.
En ese pequeño opúsculo que edito la esposa figuran dos
experiencias interesantes.
Una relacionada con su propia práctica en el
aula del Dr. Karl Schubert
en la Primera
Escuela Waldorf de Stuttgart. Schubert se ocupaba de los
niños diferenciales, de los niños especiales o con dificultades de aprendizaje,
maestro de una piedad enorme y católico por su religión, profundamente
compenetrado con Cristo y profundo conocedor de Antroposofía.
Este joven que luego será maestro en
Hamburgo-Wandsbeck viene agitado por la calle y alcanza a una persona que camina delante
de él y le pregunta donde queda la Escuela
Waldorf , diciendo primero en su saludo
Grüss Gott, “Saludo a Dios”, equivale a
nuestro Ave María Purísima, aquel saludo que se decía antes en el campo cuando
uno llegaba a “las casas”. El señor sonriente le indica y el joven da las
gracias y continúa apurado diciendo que teme llegar tarde. El joven tenía una
entrevista con Rudolf Steiner y
Steiner lo lleva al aula de Schubert para que le acompañe allí en la enseñanza
y así también haga su práctica. Schubert lo saluda muy cordialmente diciendo
nos hemos conocido recién y saludado, y le indica trabajar con un niño el prólogo
del Evangelio de San Juan junto a una ventana del aula, en griego. En 1919, 20
ó 23, y antes los educadores también tenían las materias griego y latín.
Y así se hace mientras Karl Schubert está ocupado
con otros niños, este maestro repite y repite frente al niño el prólogo de San
Juan y viendo que el niño no reacciona para nada decide tomarlo por los brazos
y con una cierta energía y rítmicamente junto con las palabras mueve los brazos
del niño. Él mismo entra en calor por esta tarea, se saca la chaqueta y
continúa por un espacio largo de tiempo con ello, habla él rítmicamente y agita
los brazos del niño con los suyos, por supuesto, de allí el calor que siente.
Desilusionado al ver que nada cambió en el
niño, y que este nada repite, aplica más energía y rapidez ascendiendo y
descendiendo con el habla. Cansado da un fuerte sacudón a los brazos y los larga
junto con los del niño como si fuesen muy pesados. En ese momento, al soltar
los brazos, el niño dice todo el prólogo y al finalizar se escucha a Schubert
quien se dirige a toda el aula.
¡Niños,
hoy es un día maravilloso, un joven muy agradable temprano me saluda como se
saluda en mi patria, Rudolf Steiner nos lo
presenta y lo deja aquí para que aprenda con nosotros, esto es ya una alegría y
aún tenemos una alegría mayor, pues miren,
además, el mudo habla!
Heinz Karl Emil Müller 1899-1968 |
Müller en Hamburg-Wandsbeck |
Con esta pregunta interna va a Dornach con
intención de conversar con R.
Steiner sobre ello y llega a tiempo para una conferencia.
Durante la
conferencia Steiner habla de diversos temas relacionados
entre sí como es su habitual y entre ellos hace referencia a la individualidad que llama a los suyos por su nombre completo.
Al final de la
conferencia Steiner suele ser saludado y también el joven se
acerca y le agradece haber recibido la respuesta a su pregunta tan de su
corazón. Rudolf Steiner
le dice preguntando ¿Usted la ha oído? Responde: Si y estoy muy
agradecido. Entonces está bien. Y ese
es todo el diálogo del encuentro.
Los maestros waldorf recibían las últimas
conferencias de Steiner mimeografiadas, cuando este joven recibe aquella que él
mismo ha escuchado, busca, para releer la respuesta una vez tan ansiada. Y esta
no está. Sabe cuales son los colegas que han estado en el mismo banco, sentados
junto con él en aquella conferencia y les pregunta. Nadie oyó lo que él oyó y
además… no fue publicado. Recién ahora comprende el ¿Usted lo ha oído? Entonces está bien, de Steiner.
Y para que no se queden sin saber… quien es aquel
ser que llama espiritualmente a los suyos por su nombre completo, lo digo, es
Christian Rosenkreutz.
De pronto recuerdo una tercera anécdota que
pinta a Steiner en sus respuestas concretas. Este mismo joven tiene una
experiencia espiritual, un instante, muy marcada. Sin más ni más se sube al
tren a Dornach, casi sin pensar mucho decide ir a ver a Steiner de inmediato
para que éste le confirme si ha sido una experiencia espiritual.
Cuando están frente a frente el joven le relata porque ha venido,
Steiner le pide que por favor le cuente…Oh, sorpresa, el joven enmudece, piensa
unos momentos y dice Sabe doctor, lo he olvidado. Compungido repite ¿Por qué lo
he olvidado? A lo cual Steiner dice: Cierto,
usted ha tenido una experiencia espiritual, una experiencia espiritual es rápida,
un instante e inmediatamente, si es un experiencia espiritual verdadera,
inmediatamente se la olvida.
Estas palabras me ha hecho comprender el porque de tantos libros de notas -del tipo
de las libretas negra forradas de hule, las de almacenero de antes- que usaba
Steiner, la cuales hoy día se conservan en
archivo, en las cuales los estudiosos encuentran aún sorpresas,
aforismos, sentencias, lemas, frases sintéticas de todo tema. Una dice Amor,
Bondad, Verdad. Estas tres para ejercitar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario