Comprensión.
Imaginaos, Leipzig en
1906, una sala llena de gente, teósofos, escuchando una conferencia de Rudolf Steiner.
Las personas traían a
sus niños y en aquel entonces era la cocina el lugar de todos ellos...al cabo
de algún tiempo ya las diabluras comenzaban a tomar forma en algunas mentes
infantiles, la inventiva y nadie que nos acompañase con alguna tarea o nos
relatase un cuento...
Luego recordad los
percheros, llenos de abrigos, 50 ó 60 sombreros, bastones, paraguas, chalinas, chales, chalecos y nosotros viéndolos desde la
cocina...decidimos pues, cambiar de ubicación todos esos enceres, esperando la
algarabía de la salida, cuando nadie encontrase nada en su lugar allí donde lo
había ubicado. Espiábamos por la puerta
entreabierta y más largo se hacía el tiempo de espera... pues ya veíamos el
espectáculo en cierne.
Y así fue, un desorden
total, nadie encontraba nada, unos ayudaban a otros pues encontraban otras
cosas en sus sitios, y la protesta era generalizada. Por último salieron de la
sala la señorita Marie von Sievers y Rudolf Steiner, quienes encontraron sus
cosas en su habitual lugar, esto era sagrado, no lo habíamos tocado. Cuando
Marie tomo su hermosa chalina de seda blanca se acercaron a ellos personas a
quejarse del estado del perchero, mientras nosotros observábamos el caos desde
la ranura de la puerta entornada con la
correspondiente alegría interior de haber hecho todo un éxito de nuestra idea.
Steiner se apresuró a ayudar a las señoras a
encontrar sus “coberturas”. No parecía para nada enojado y al pasar por la
puerta de la cocina nos vislumbró en un momento pero nada dijo y tampoco
después oímos de él ningún reproche. Y allí, todos supimos “Este tío, éste, nos
entiende..."
Relato a mi manera, de "Beltle" por Erna van Deventer-Wolfram
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