Un niño de siete años que por lo general o casi siempre era destructivo con todo lo que le viniese a mano, comunmente, nada quedaba entero bajo sus manos.
Rudolf Steiner le alcanzó al niño un juguete que tenía movimiento para que así pasase su tiempo, jugando.
Cuando yo quise, dice, Gümbel-Seiling, que dejase el juguete, comenzó el niño a llorar,
El doctor, así llamábamos a Steiner en aquellos tiempos, acercó al niño a sí mismo y escuché sus palabras: "Tú puedes tenerlo si tú me prometes que mañana todavía estará entero y no lo romperás". El varoncito lo prometió, y ese ha sido el juguete que él nunca ha destruído.
Y como no sé describe cual ha sido el juguete, aquí tenemos dos imágenes de juguetes que poseen movimiento.
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