El camino de Adviento, en espiral hacia el centro
El laberinto fue uno de los
símbolos más antiguos de la humanidad. También en las grandes catedrales y en
los pequeños retiros espirituales se han construido. Artísticamente decorados y
bellos de ver y desde siempre fueron realizados para utilizarse. Un ejercicio
meditativo, un camino hacia el interior, hacia el punto central, hacia el
centro del sendero. En concentración en su sentido verdadero, en silencio,
conduce este camino hacia el interior. Lo que sucede en el exterior se aquieta ,
se apacigua, se hace más lento. El laberinto no es un jardín sin salida, no me
encuentro frente a caminos equívocos, frente a callejones sin paso, ni ante
paredes sin aperturas. No necesito
desesperarme y habiéndome equivocado, constantemente
regresar un trecho para volver a encontrar la verdadera senda. El laberinto en espiral es piadoso, es
sencillo. En él llego a mi tranquilidad, al reposo, sólo hay un camino. Si voy
por ese sendero simplemente tengo que seguirlo con firmeza, adelantar paso a
paso por un cierto tiempo. No es necesario que mi cabeza se golpee aunque
presienta que la meta estaba cercana. Requiere de mi paciencia y saber cuándo
debo regresar por el borde ya lejos del punto medio, de regreso del centro
hallado. El laberinto en espiral sólo me exige estar en camino, pleno de
esperanza. En definitiva un hermoso camino de Adviento hacia adentro, en silencio,
hacia la venida prometida, hacia las palabras proféticas: el sendero, la verdad
y la vida.
Frank Hochwaldt ha escrito en alemán parte de estas reflexiones, algunas
de estas palabras fueron impresas en el
periódico el 2 de Diciembre de 2016, en el Argentinisches Tageblatt.
Trajeron a mi recuerdo aquella
corona de Adviento con la vela encendida
en el centro, donde puedo encender una para iluminarme el regreso y recoger los
frutos del año, aquella manzana que se encuentra cobijada en el verde del cedro
del Atlas o en las verdes ramas grisáceas del abeto, presentimiento de Nochebuena.
También los niños y los jóvenes del Huerto de Adeje, en las Islas Canarias, hacen año a año un
nuevo laberinto y suelo recibir una fotografía de ese sendero que nos conduce
hacia el centro, a encender nuestra
propia luz en la oscuridad de esta Tierra. De Tarapácá, Cali, Colombia, un
centro diurno para niños y jóvenes que necesitan atención anímica es este
laberinto en espiral:
Laberinto en espiral
de Adviento en Tarapacá, Cali, Colombia
La Loma, 9 de Diciembre de 2016
Nina Czerni
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