El despido con enfado, no, y además le haría mal, le haría un daño.
Mi
padre era periodista y jefe de redacción
de “De Lokomotief” el periódico más
grande de la India Holandesa, en un momento determinado de mi vida recuerdo su
regreso a casa irritado terriblemente con un corresponsal local cuyos escritos
incitaban en sus lectores a exaltadas emociones. Le dije viendo su estado “ Y porque no lo despides si tienes
problemas con él, tú eres el jefe”.
A
lo cual mi padre me respondió de manera tal que esa respuesta se convirtió para
mí en una máxima en mi vida: “Escúchame
bien, mientras yo siga enfadándome por ese hombre no lo puedo despedir porque
le haría mal. Recién lo podré despedir cuando yo ya no me enfade con él”.
Bernard
Lievegoed 1905-1992 en ”A Través del ojo de la Aguja””
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