Un fuelle maravilloso
Antiguo de madera y cuero para
atizar el fuego en la chimenea, los hay de diferentes tamaños y también se
solían utilizar para mantener un fuego ardiente en la fragua.
Una de esas
piezas fue de pertenencia de la señorita Eli Lunde, maestra Waldorf. Quien en
una ocasión especial lo obsequió a tres educadoras, para la nueva escuela y para
recuerdo. Aún venía este fuelle de Noruega donde durante el frío se
necesitaba azuzar el fuego para que cunda la calidez humana.
Para la escuela comprensible, siempre puede tener
uso avivar el fuego y para recuerdo es
para no olvidar que cuando las cosas sean algo difícil en la Pedagogía Waldorf, puede ser sólo un rescoldo y hay que volverlo a encender con todo empeño y con
ayuda de este instrumento, darle el poder necesario para que vuelva a surgir la
llama de la educación del futuro.
Cada año de egresados del
profesorado se encuentra este artefacto
sobre los diplomas a entregar. Muchos
alumnos y futuros maestros lo conocen de haberlo visto diariamente, todo el año, cuelga cual cuadro en la secretaría del Jardín de infantes, lugar acogedor
donde también se reciben a los padres y a las visitas. Más de uno debe haberse preguntado
por qué está allí, para qué se usa, porque tiene un lugar que enseguida se
nota: es un lugar de honor y , donde imprescindiblemente muchos pasan o se
sientan a conversar, o son llamados en el día de su cumpleaños para recibir aquí
en secretaría, algún saludo especial, tal vez con el pedido de cuéntanos
algo de tu vida, y la calidez de la
escucha llega al corazón del que habla.
Así hace muchos años también yo fui invitada a
relatar mi historia personal, parte de mi
vida y recibí el relato del fuelle con todo corazón, pues cada día se trata de
encender la llama para que sea fuego toda la vida en el alma de nuestros niños,
nuestros jóvenes, nuestros alumnos Y en el nuestro en su propio elemento el de encender la llama que durará la vida entera.
En el año 2016 puede escuchar
nuevamente durante la entrega de certificados el relato de este instrumento que
cada uno de nosotros lleva impreso consigo de tanto verlo al pasar y nuevamente
se puede sentir que efectivamente puede sólo con el relato avivar la llama que
deberá ser llevada encendida para tiempos futuros.
Para el fuego del entusiasmo de la enseñanza, de la dedicación al aprendizaje, de ir aprendiendo de la vida para dar alegría con el conocimiento y el saber a todos aquelos quienes a su vez deberán llevar al aprendizaje hacia la vida, la diaria y la del porvenir. Un legado: el azuzar la llama con alegría.
La Loma 2 de febrero de 2017
Tatiana Schneider
No hay comentarios:
Publicar un comentario