viernes, 13 de enero de 2017

El amor es el ala veloz que Dios ha dado al alma para que vuele hasta el cielo. Miguel Angel Buonarotti

A un pedido para una publicación para Fundación San Rafael hace ya ocho años preparé un escrito cuyas palabras inspiradoras fueron las de Michelangelo (6.3.1475 - 18.2.1564), arquitecto, escultor y pintor italiano renacentista.
Creo que ha llegado el momento pensando en cada cosa a su tiempo, de colocarlas aquí. Sé que el editor de aquel entonces modificó el texto en muchas partes, tal vez su juventud o su deseo de hacer notar que un texto así requiere no sólo lectura, sino él lleva un mensaje y el mensaje debe poderse recibir de inmediato.
De todas maneras cada frase, vueltas hoy día a leer, tiene sentido si llama a reflexión y ese es el motivo principal poder recrear en uno mismo una profundidad que nos eleve de lo puramente cotidiano.


El amor es el ala veloz que Dios ha dado al alma para que vuele hasta el cielo.
                                                                                         Miguel Ángel Buonarotti

 “En esta nuestra conversación en escritura y lectura un tema nos refleja, es la vida, y en ella, la salud, la educación, el arte. Y podríamos describirla en su acción en el hombre, en el ser humano, en la naturaleza en nuestro entorno.

También nos acerca esta vida comprender la muerte que a su vez trae nueva vida…pues nada es completo si no tenemos el devenir en nuestra mira.  Ver el cielo y la tierra, es ver el sorprendente recién, forman una unidad manifiesta, cumplen un todo.

Cada año en su fin trae en su fase última una propuesta venidera, el crecer, el florecer, el fructificar, el decaer, el perecer y, el volver a la vida.

Nadie duda de ello hoy, más busca la confirmación de éste su saber mas profundo. Quiere el ser humano guardar, atesorar, recordar y sabe que debe ser libre de todo peso terrenal para ascender. Para poder, sin ataduras que se lo impidan, escuchar la voz celeste, la voz angelical y oír los coros divinos que anuncian un nuevo renacer, el renacer del espíritu.

En el espíritu de Aquel que valora la vida de manera tal que es capaz de redimirla, de crearla día a día. Limpia y pura en la naturaleza vegetal. Serena, confiada y entregada en la vida animal. Sufriente, doliente y a la vez esperanzada en la vida humana capaz de comprender el “Amaos los unos a los otros”, y realizar esto en la vida.

Y en esa comprensión dar cabida al encuentro humano capaz de reconfortar, apoyar, sostener la continuidad de la salud, también la del alma y el espíritu en ejercicio y trabajo.

Nadie niega su destino, muchos temen, no confían, no reconocen la sabia guía de la mano creadora, es ella la que nos acompaña... No vemos su designio, vivimos su resultado y en el correr del tiempo recién nos admiramos, cuando sentimos “Que es bueno”-

El año caduca, la vida renace en la imagen del Niño que llega al mundo, lleno de dones trae la alegría, con su llegada se olvida la pena y el alma se alza de su sino, se eleva en agradecimiento y aprende, perdona, como es perdonado su error, su olvido, su dolor.

El horizonte se abre para el nuevo comienzo, el año se presenta austero, y a la vez noble, nada será superfluo, todo estará preparado para ser compartido, ser eximido, ser agradecido y poder alabar la creación divina cuya manifestación es la vida en esta nuestra tierra, con su luna y entre planetas y estrellas.

 Y en la vida, en ella, la salud, la educación, el arte, en el ala veloz.”

Michelangelo 1475-1564


La Loma*, 24 de Diciembre, 2008. Tatiana Schneider

* La madre de Wolfram Schneider llamaba así a nuestra casa y lo conservamos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario