jueves, 28 de diciembre de 2017

Los niños crecen veraces






















Los niños crecen y para Navidad notamos la gran diferencia. Un relato de su papá. Mateo encontró su obsequio de Nochebuena antes de tiempo y este era una pista para automóviles en miniatura.  El papá consiguió convencerlo que lo devolviese, y lo dejase allí donde lo había encontrado, todo esto después de un cierto esfuerzo Mateo lo volvió a guardar.
Para Nochebuena y bajo el árbol navideño Mateo encuentra  nuevamente la pista y completamente sorprendido dice:  Se parece a la que encontré, sí, se parece, pero ésta es la que yo deseaba!  Su deseo también había sido un balero,  lo deseaba y también se encuentra al pie del árbol. Y ahora ¡sorpresa! hay un tercer regalo de una tía y es un juego de encastre, un Rasti, lo recibe y rápidamente se lo da a su primo más pequeño quien, a su lado, ya miraba el juego con cierto deseo. Tóma, dice, yo no lo necesito, es tuyo, puedes tenerlo para jugar.

Papá piensa un rato en esta respuesta la que le parece increíble y luego de la reflexión llega a la conclusión que Mateo dice lo correcto, él no lo necesita ya tiene un juego semejante, un Lego, y su verdad es absoluta: yo no lo necesito.

Yo quiero agregar al episodio, Mateo sintió inmediatamente el deseo de su primo más pequeño, los niños son solidarios por naturaleza después de haber pasado la etapa aquella donde todo les pertenecía y lo entregó de corazón: yo no lo necesito, sabiendo interiormente: a ti te gusta y yo ya tengo.

Cuan diferente sería el mundo si supiésemos contentarnos con aquello que tenemos, que recibimos, y no desearamos todo aquello que nos ofrecen hasta el cansancio con las publicidades para las Fiestas Navideñas.


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